Diez situaciones realmente incómodas.

LA COLUMNA DEL SEÑOR CORINTIO

                                                                                 Por:  Ariel Filipelli

– Se te escapa un gas segundos antes de que un cliente entre a tu negocio… ¡y no tenés a mano el Glade con aroma a esencia de hortalizas!.

– Tu señora revisa el historial del navegador y te pregunta que significan tantas letras equis juntas, vos zafás explicandole que después de la www sigue la xxx pero ella no queda muy convencida.

– Te desbocás elogiando el trasero de una mujer que cuando se da vuelta resulta ser tu cuñada. Inmediatamente le aclarás que en realidad no es para tanto, que no se la crea.

– Le mandás un mensaje de texto con una promesa obscena a una compañera de trabajo que te tiene loco, pero…ops!…por apresurarte seleccionás la opción equivocada y lo termina recibiendo tu esposa que, encima, te responde: ya no te da el cuero para esas cosas, querido!

– Te encontrás con un ex compañero de trabajo que hace un par de meses que no veías, la vez anterior iba acompañado de su mujer embarazada, cuando le preguntás que tuvo, él te responde que lo perdió. Lo peor de todo es que vos exclamás: Pero que mujer descuidada! ¿Por donde?

– Abrís la puerta del baño y lo pescás a tu hijo, sentado en el inodoro, fumándose un porro. Amenazás con contarle todo a su madre… si no te convida!

– Asistís a la primera reunión de padres del año en el nuevo colegio donde va a estudiar uno de tus hijos y te encontrás con que va ser compañerito… del hijo de la actual pareja del turro de tu ex marido!

Y como si este no fuera motivo suficiente para tomar la decisión de suicidarte, los pibes terminan haciéndose grandes amigos! Empezás a considerar seriamente la posibilidad de cambiarlo a otro colegio… que esté ubicado en otro continente!

– Estás en una disco super fashion y te le arrimás a una rubia exuberante con el insano propósito de arrastrarla a una de dos plazas lo antes posible para abusar de cada uno de sus orificios. Empiezan a charlar y todo parece marchar bien, la musica lenta acompaña el momento hasta que la sacás a bailar, pero justo en el preciso instante en que estás por rodear su cintura con tus sedientas manos, la música cambia y de Elton John pasamos abruptamente a Los Palmeras, sin escalas, a un volumen tan estruendoso que no te permite apalabrar a la susodicha. Desesperado por encontrar una ocasión acorde a tus propósitos, la invitás a un lugar mas adecuado, preferentemente alejado de los parlantes y -en lo posible- poco iluminado. En el preciso instante en que le tomás la manito para enfilar para el lado de los silloncitos, escuchás que se corta la musica y la voz del DJ resonando por cada uno de los parlantes al grito de: Amorcito, ¿se puede saber adonde vas con ese pelotudo?

– Apremiado ante la necesidad de defecar con urgencia mientras estás en un restaurant con unos amigos, te dirigís hasta el baño sin dudar. Cuando estás en los mejor del acto, (perfumando todo el ambiente y musicalizando con atronadores sonidos acordes a las circunstancias), escuchás unos cuantos taconeos que se aproximan, acompañados de varias voces y risas. Se trata de un grupo de mujeres que invaden tu privacidad, en patota, para chusmear y retocarse el maquillaje. Recien ahí te das cuenta de que no supiste interpretar los cartelitos y te tenés que quedar encerrado, subido arriba de la tapa del inodoro para que no se noten tus mocasines por debajo de la puerta y agazapado para que no asome tu cabeza. Mientras tanto, se agregan mas y mas voces, algunas que se van, otras que entran, mucho mas taconeo, muchas risas y te ataca la desesperación porque no podés salir de allí hasta que el área se despeje por completo, es decir: dos horas y media después, una vez que el restaurant ya cerró sus puertas y tus amigos están en la comisaría haciendo efectiva la denuncia por tu “inexplicable” desaparición.

– Te toca asistir al funeral de una compañera de trabajo. Cuando ingresás a la sala velatoria te das cuenta de que, excepto a la que está tendida en el ataúd, no conocés a nadie mas. Es un momento crucial porque todos están en silencio y cuando te decidís a entrar te miran, expectantes. Mientras avanzás hacia el féretro, mirás de reojo hacia los costados intentando adivinar quien será el viudo, hasta que te decidís por uno que está vestido de negro y te le acercas para darle tus condolencias: terminás abrazando y dándole palmaditas a uno de los empleados del servicio fúnebre. Apenas te das cuenta de la metida de gamba, rápido de reflejos, le decís en voz baja: muy bueno el café, pibe!

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